martes, 6 de octubre de 2009

Cine, español, subvenciones...

Estas tres palabras bastan para generar en España un animado debate en el que no faltarán grandilocuentes teorías ni rastreros argumentos ad hóminem. El penúltimo se está montando a costa de la serie de artículos que El País está publicando con motivo del desarrollo de la nueva Ley del Cine. Abrió el fuego Jaime Rosales el pasado 05/10/2009 y su texto ya ha provocado una encendida réplica por parte de Manuel Martín Cuenca. Eso sin contar con el manifiesto que, el pasado agosto, unos cuantos cineastas firmaron por considerar que la Ley 55/2007, del Cine perjudica un tipo de películas muy concretas y apuesta por un cine-espectáculo al estilo Hollywood con el que, según su parecer, no estamos preparados para competir en el mercado internacional.

La tentación es demasiado grande para resistirme a meter la cuchara. Empezaré con el texto de Rosales:

1. Fuera de sitio toda la argumentación sobre la politización del cine español (incluso sus ideas sobre lo que debe ser la manifestación pública de las propias convicciones políticas). Ni esa es la causa de la mala opinión generalizada del cine español ni se ejerce así el activismo político.

2. Totalmente de acuerdo con su defensa de los dos tipos de ayudas que prevé la ley: una para las películas que quieran jugar en las ligas mayores (filmes de más de 2 millones de euros de presupuesto a los que se les concederá de forma automática una subvención a partir de 75.000 espectadores) y otra para cineastas noveles, argumentos experimentales o cosas raras (serán otorgadas ayudas a la producción previa evaluación de un comité).

3. Una puntualización borde: cuando Rosales habla del «derecho abstracto a hacer cine» en realidad la expresión que está buscando es «opción de hacer cine». Hablar de derecho y de abstracciones complica su argumentación innecesariamente. Todos tenemos la opción de hacer cine, otra cosa es que queramos/podamos hacerlo.



Y ahora el de Martín Cuenca:

1. Totalmente de acuerdo con su crítica a Rosales y su punto de vista en el tema de la politización del cine español y la expresión pública del activismo político. Este aspecto de la polémica debe quedar liquidado porque no tiene nada que ver con el debate.

2. No comparto en absoluto sus ideas acerca de lo que deben ser las ayudas públicas al cine. No es suficiente argumentar que el cine es cultura antes que una industria, pensando que así se justifican todas las excepcionalidades legislativas, jurídicas, mercantiles, sociales y artísticas. Olvida que, por mucha cultura que suponga, el cine sobrevive gracias a una industria, y eso implica aceptar un mínimo de reglas desde el momento en que se opta por entrar en el mercado para producirla.

3. Me resulta indignante la argumentación que emplea para cuestionar las comisiones que decidirán las ayudas a los filmes de menos de dos millones de euros: según él, los criterios serán opacos, sujetos a modas y bajo sospecha de favoritismos. ¿Acaso todos esos riesgos no se dan en una productora privada a la hora de valorar un proyecto cinematográfico? ¿No se da cuenta de que siempre será necesario que alguien elija qué se subvenciona y qué no, ya sea dentro del ámbito público o del privado?

4. No entiendo por qué cuestiona el establecimiento --incluso la existencia misma-- de un límite presupuestario para diferenciar las películas y los tipos de ayudas a las que pueden optar, argumentando que eso provocará que se inflen presupuestos hasta llegar a la cantidad exigida. ¿Dónde está la presunción de responsabilidad de su propio sector?

5. Pero lo que me saca de quicio es esa arraigada idea que subyace en su justificación del punto 3: que las subvenciones públicas --por el mero hecho de serlo-- no deben estar basadas en criterios de ninguna clase, ni exigir mínimos, ni valorar calidades; sino limitarse a soltar la pasta sin preguntar hasta que se acabe el presupuesto. Quienes defienden esto, además de revelar un populismo completamente rancio y arcaico, revelan el pánico atroz que les produce la valoración pública de sus películas. Lo aceptan tras el estreno porque no tienen más remedio (es la única forma de obtener beneficios legítimos), pero no que otros les examinen antes de ponerse a rodar. Señor Martín Cuenca, en todos los sectores económicos, entidades y empresas --públicas y privadas--, también los estudiantes y los investigadores, ponen sobre la mesa sus proyectos para que terceras personas los comparen con otros y decidan cuál es el mejor. Esta labor, qué casualidad, casi siempre la llevan a cabo los que pagan: para obtener becas, subvenciones, adjudicarse concursos o, simplemente, vender productos o servicios. Lo hace todo el mundo, todo el mundo. ¿Por qué los cineastas no? ¿Porque ellos hacen «Cultura»? ¿Acaso la «Cultura» no cuesta dinero? Precisamente porque los recursos son limitados hay que establecer criterios, normas y límites.

Dedicarse a una actividad «cultural» o «artística» no te convierte en intocable, ni a ti, ni a tus creaciones. Además del criterio subjetivo e individual para preferir una película a otra, existen numerosos criterios socialmente intersubjetivos que hacen que determinados títulos resulten más importantes que otros, y además posean una considerable influencia dentro de su ámbito creativo. Desde un punto de vista intersubjetivo, no es comparable la importancia de Tesis (1996) de Alejandro Amenábar con ¡Que vienen los socialistas! (1982) de Mariano Ozores. Son dos películas rodadas en soporte celuloide, sí, pero ahí se acaban las coincidencias. Da la sensación de que muchos cineastas desean limitarse al nivel incomparable e inatacable de las preferencias subjetivas, en el «a mí me gusta y ya está» que rehuye toda argumentación racional. No sé qué resulta más ingenuo e infantil: si el pánico a la comparación o la creencia de que los poderes públicos deben conceder dinero a la cultura sin preguntar nada.

¡¡Barro, barro, que hay debate!!

7 comentarios:

Elena dijo...

Buenooo, aquí hay tanta tela que cortar!
Leí en El País ambos argumentos y yo me encuentro en tierra de nadie, estoy de acuerdo en parte con ambos pero también en desacuerdo.
Lo de la politización lo rechazo por completo, la crítica generalizada al cine español no surge de ahí, sino de la ínfima calidad de algunas de las propuestas destinadas al consumo rápido y en masa, y que además tienen mucha publicidad.
Creo que la nueva ley sí que se inclina en exceso por la postura mercantilista de las grandes productoras, dices que eso pasa en cualquier empresa privada, y ahí está la cuestión, que es el Poder Legislativo el que debe poner cierto freno a ello. Y digo cierto freno porque tampoco se puede permitir que cobren subvenciones por lo que ellos opinan que es un derecho a hacer cine, porque todo el mundo también tendría derecho a trabajar en lo que le gusta y que le paguen por ello, y sin embargo mucha gente vive puteada en un trabajo de mala muerte.
Ah y sí opino que hay una parte sectaria en la distribución de ayudas, "casualmente" los que ya están dentro del círculo reciben muchas más ayudas, y no se permite suficientemente el acceso a nuevos valores...bueno para no enrollarme más, el otro día escribí una entrada sobre el anteproyecto en mi blog para que conozcas más a fondo mi opinión, que sino acaparo esto jejej
Muchas gracias por el debate!
bs

Sesión discontinua dijo...

adhara: he loido tu post y la verdad es que te noto cabreada con el tema. El "mercantilismo", como tu lo llamas, no es más que la obviedad de q hace falta dinero para hacer cine, que el dinero para subvencionarlo es limitado y, por tanto, hay que administrarlo con algun criterio. Las pelis que nos encantan, por muy antimercantilistas que sean, han costado dinero y se han producido en un contexto capitalista que es el nuestro.

Es una batalla perdida debatir sobre los criterios bajandose al detalle, porque siempre habrá tantos métodos como personas opinando. Lo importantes es que, sea el criterio que sea, los buenos guiones se abran camino sin problemas. Ese es el más importante.

Menos mal que tenemos blogs para desahogarnos, porque el precio de las entradas no creo que lo bajen....

Gracias a ti por tu aportación.


Nos leemos!!!!!

Elena dijo...

Jeje, cabreada tampoco, quizá tenía el día reivindicativo cuando lo escribí, pero como dices, para eso están los blogs.
Y sí, fuera de debates o criterios, lo importante es que encaminen la nueva ley a potenciar tanto a nuevos como a conocidos talentos, que cuantas más películas mayor calidad...aunque sea por estadística ;-)
A ver si alguien más se anima a dar su punto de vista.
Bs

Agustí Carné dijo...

Veo que ya no te metes con Albert Serra...al final te has convertido ;)

Sesión discontinua dijo...

Jajaja, Agus: si, ya he cambiado de victima, ahora le toca recibir a Martin Cuenca, aunque no creas, que Rosales tampoco tiene nada que envidiarle....


Nos vemos!!!!!

María Rogel (Lapor) dijo...

aguitaaaaaaaa! la verdad es que el Rosales es un director desde hace poco tiempo que se caracteriza por ser peleón y poco convencional(y su cine tmb y puede ser cuestionado por su ipoco interés en el público); que él haya hecho sus pelis con dinero de su bolsillo o de sus colegas o apadrinados me parece bien, realmente bien. pero de ahí a que se ponga a dar un repaso... además, hacer cine simpre ha asido cosas de pelas, de niños ricos y de formaciones cultas. -salvo excepciones como el director de "El Truco del manco", no Rosales..-
Obviamente lo malo del cine no es que sea una industria sino que esté politizado, que las dichosas subvenciones siempre se les concedan a los mismos y, aunque no se reconozca, estén totalmente enchufados los proyectos ya desde que se entregan en el misterio de cultura, y de ahí al rodaje hay un paso. besossss

Sesión discontinua dijo...

Lo siento, lapor, pero discrepo totalmente: el cine no está ni más ni menos politizado que cualquier otro sector. Es más, no hay ninguno (público o privado) que pueda decirse que esté completamente libre de interferencias politicas, personales y/o sujeto a modas. No me vale la queja de que las subvenciones se conceden por favores o amiguismos, porque ese riesgo y esa critica SIEMPRE será el recurso del que se la niegan, mande quien mande, esté vigente la ley que sea y con los directores que sean.

El problema es que hay directores que SE NIEGAN a que les evalúen antes de poner a rodar, porque (estoy convencido), tienen pánico a la comparación. Asumamos que quienes hacen cine minoritario no deben extrañarte que les nieguen subvenciones, porque todo está en contra de este tipo de obras (el público es conservador). Para casos así la salida es el cine digital y hacer castings en el Institut del Teatre, seguro que los alumnos se apuntarán (sin cobrar) a un proyecto experimental, vanguardista, raro o directamente pedante. Los que hacen cine comercial y superproducciones por sistema (malo y previsible) o, en general, solo buscan publico, pues esperemos que tengan suerte. Y en caso de que fracasen, entonces si, esperemos que la ley y la comision de turno sean lo suficientemente listas para denegar la siguiente.

La cultura, el arte, la creatividad, cuestan dinero. Por eso hay polemicas y piques. Pero repito: como hay recursos limitados hay que gestionar y comparar. No se pueden conceder por orden de llegada sin preguntar nada (que es lo que algunos reclaman ingenuamente), porque entonces siempre se llevarían el dinero los grandes, los que tuvieran los mejores servicios juridicos, y eso es aun más injusto que una mala gestión.

UUUfffff!!!! qué a gusto me he quedado!!!!!


Besitos mil!!!!!!