viernes, 28 de febrero de 2014

¿Qué puñetas es el cine? 2. El lenguaje y los estilos cinematográficos

1. El arte: ni todo vale ni lo que vale vale todo igual

Como espectadores estamos determinados por nuestra percepción, que establece cómo recibimos la información: el realismo del siglo XIX provenía de una concepción positivista y empirista de la realidad según la cual ésta sería tal como se da ante nuestros ojos; y el conocimiento una mera contemplación pasiva. Sin embargo, desde Kant sabemos que el conocimiento es una interacción entre el sujeto y el objeto, entre la conciencia y el ser, y que la interacción del sujeto en el proceso de conocimiento altera o transforma al objeto, de tal modo que toda visión del mundo está lastrada de elementos subjetivos (Juan José Sebreli: Las aventuras de la vanguardia, 2000). Aplicado a un cine que asume el principio de comunicabilidad significa que nuestra experiencia de una película se basa en pautas y estructuras preexistentes; como espectadores buscamos la forma, tratamos de detectar el orden y la significación en aquello que vemos en la pantalla (incluso rupturas de modelos que adelantamos como habituales) con la información previa de que disponemos sobre el medio y todo lo que tenga que ver con el filme (cosas tan elementales que ni mencionamos por obvias, como esperar que cada personaje esté interpretado por un único actor). Este es el material con el que se hacen los ensayos, los debates, las críticas, las reflexiones gratuitas sobre cine y todo lo demás.

Los primeros estudios sobre cine, todavía bajo la enorme influencia de la lingüística estructural, aislaron las primeras regularidades sistemáticas en las películas y las consideraron como un lenguaje en toda regla: un alfabeto, una gramática, una sintaxis. Los formalistas rusos (1915-1930) fueron los primeros en plantearse de forma rigurosa la posibilidad de un lenguaje cinematográfico, aunque no fue hasta los años cuarenta y cincuenta del siglo XX cuando cuajó, espoleada por los éxitos del análisis semiológico y la obsesión por la detección de sistemas de signos organizados en base a códigos culturales, cuando se pudo dar respuesta a unas primeras cuestiones planteadas sin demasiado rigor:

a) ¿El cine es un sistema lingüístico (una lengua) o un simple modo de expresión? El cine es un lenguaje, no una lengua, sin sintaxis ni léxico, que posee unos materiales expresivos que permiten definir unidades significantes. De hecho, el cine se convierte en discurso al organizarse a sí mismo como narración, generando de este modo un corpus de procedimientos significantes (códigos). El lenguaje del cine se construye en cada película y está abierto a cambios rápidos (innovaciones tecnológicas, modas, influencias estéticas), mientras que el lenguaje natural posee una mayor resistencia al cambio.
b) ¿Existe un equivalente cinematográfico al signo lingüístico con soporte icónico, no verbal? No. El plano cinematográfico es únicamente la base de la expresión cinematográfica. El plano, a diferencia de la palabra, que es abstracta, es siempre concreto, anclado a un tiempo y un espacio.
c) ¿Qué relación se establece en la imagen cinematográfica entre significante y significado? ¿Es motivada o arbitraria (como sucede con el signo lingüístico, donde los vínculos entre significante y significado no tienen relación formal o cultural)? Es completamente motivada: a diferencia del lenguaje natural, está determinada por el argumento y el esquema secuencial previo a cada momento del filme, no por un vínculo preexistente. La mayoría de filmes narrativos realizan elecciones paradigmáticas similares y combinan los sintagmas de forma parecida; es la recurrencia la que los acaba convirtiendo en una especie de código abierto.
d) ¿El cine posee doble articulación, como las lenguas naturales? Pues no. La expresión cinematográfica básica es la enunciación a través del plano y sus diferentes combinaciones.
e) ¿Existen equivalencias cinematográficas a los sintagmas y los paradigmas saussureanos? Pues tampoco. El plano no adquiere significado por oposición paradigmática (como las lenguas naturales). En el cine el paradigma es abierto y carece de significado.
f) ¿Existen en el cine modificadores o marcas de enunciación? Los planos son infinitos, las palabras no; los planos equivalen más bien a enunciados, infinitos a partir de un número finito de objetos representables.

En realidad, todas estas cuestiones se desprenden de una previa, que sintetiza a todas las demás: ¿cómo producen significado los filmes, cómo establecen comunicación con nosotros? Y en segundo lugar, ¿cómo lo hacen sin disponer de un sistema cerrado de códigos? Mediante algunas nociones sobre pautas y estructuras del medio cinematográfico que, por comodidad, semejanza y conveniencia, agrupamos en estilos. Los estilos cinematográficos no son otra cosa que sistemas compuestos de recursos técnicos propios del medio (montaje, fotografía, punto de vista, encuadre) que actúan sobre cualidades de la percepción del espectador (unidad/desunidad, similitud, diferencia, desarrollo, orden, duración, frecuencia) y le permiten deducir significación en términos de narración (causalidad, motivación, ejes temporal y espacial). Los estilos son el vehículo de la comunicabilidad y de la comprensión en la pantalla. En este contexto el término estilo no hace referencia al carácter propio de las obras de un artista, ni a las características que distinguen una corriente estética, sino más bien a procedimientos, construcciones mentales, una retórica, un código, un sistema de signos y símbolos que permiten al artista reducir la realidad percibida a una unidad coherente, a una síntesis creativa, estética, analítica y/o crítica.

El cine ha producido durante su desarrollo histórico unos pocos estilos fundamentales con diversos grados de eficacia a la hora de contar y transmitir significados, distintos modos en los que una película puede organizar la acción y los materiales narrativos; algunos incluso con capacidad para reflexionar sobre las cualidades formales del estilo mismo que sustenta a la película (metalenguaje). Aunque hay muchas propuestas y controversias al respecto, hay al menos cuatro que muestran suficiente coherencia interna como para ser considerados como tales (David Bordwell, La narración en el cine de ficción, 1985):

1) Narrativo clásico: propio del cine de Hollywood entre 1917 y 1960; su influencia sigue vigente en el cine comercial contemporáneo, ya que ha heredado sus recursos fundamentales.
2) Internacional de arte y ensayo: inspirado en los estilos literarios de principios del siglo XX (James, Joyce, Faulkner), menos redundante que el narrativo clásico y más enfocado a la búsqueda de recursos que amplíen las posibilidades de manipulación temporal en el cine.
3) Histórico-materialista: es el que empleó el cine soviético de los años 20 y unos pocos títulos de los 60, basado en el montaje y no en la continuidad y la coherencia de los ejes espacial y temporal. Una auténtica rareza artística visto el desarrollo posterior que demuestra en lo que podría haberse convertido el cine.
4) Paramétrico: denominado así porque los recursos se organizan mediante parámetros técnicos. Se aplica a cineastas y títulos muy concretos, entre los que destaca por encima de todos Godard. Se centra fundamentalmente de los materiales narrativos que sostienen la película, a los cuales muchas veces se supedita la acción. Es un estilo más próximo a la poesía que a la narración. Son filmes poco empáticos que requieren un notable esfuerzo por parte del espectador.

Como espectadores, hemos aprendido a orientarnos en el espacio y el tiempo de una película, sabemos quién cuenta la historia y por qué suceden las cosas. El principio de comunicabilidad da como resultado un cine que denominamos narrativo, que emplea algo parecido a un lenguaje pero que en realidad son estilos que funcionan como sistemas abiertos de significación. Aparte de el arte de contar una historia, que es mi definición operacional favorita de la narración, la teórica es la siguiente: «el proceso mediante el cual el argumento y el estilo del filme interactúan en la acción de indicar y canalizar la construcción de la historia que hace el espectador» (Bordwell, 1985). En un filme normal el sistema argumental domina sobre el estilístico, aunque dentro de un estilo un mismo acontecimiento se puede presentar mediante más de un recurso técnico, y la elección de uno u otro repercutirá en el argumento.

A diferencia de lo que pensaba la teoría clásica del cine (hasta 1960 más o menos), que asumía que los recursos cinematográficos (cámara, montaje, fotografía) poseían una significación independiente de la acción que mostraban, que la acción cobraba significado mediante el uso concreto de cada recurso y sólo para el propósito narrativo de cada filme, lo cierto es que recurso y acción (forma y fondo) forman un todo indisoluble en la película. La narración cinematográfica organiza, selecciona y presenta el material de la historia de forma que ejerza un efecto específico sobre el espectador. No se trata de una simple mostración mimética a través de la cámara, sino que hay algo más, un trabajo de construcción diegética que abarca todo el conjunto de la acción (que ya no es sólo acción, sino que implica un narrador y un relato que despliega la historia). En corto y claro: la realidad ficticia de la pantalla sólo existe porque está siendo narrada. Aun así, lo que más me fascina del cine narrativo es que el espectador no tiene libre acceso a la historia (de lo contrario no existirían misterios para resolver), sino que debe hacerlo a través del argumento, que la dosifica recurriendo al estilo.

Las películas no solo exigen comprensión por parte del espectador, también que reconstruya la narración mediante dispositivos sensoriales (los que llevamos de serie en nuestra percepción) y estilísticos: asumir premisas (quién cuenta, cuándo, dónde, cómo), formar expectativas (qué va a pasar), deducir motivos (de los personajes), tomar nota de los indicios (pistas verdaderas y falsas) y confirmar o no hipótesis (acerca del final). Del espectador también se espera que se adapte al estilo de la película recurriendo a tácticas argumentales (vistas en otros filmes), a la comunicabilidad y a las instancias lógica, espacial y temporal que sostienen el proceso narrativo.

Técnica, recursos, estrategias, estilos... elementos objetivables y detectables de las películas para cualquier observador mínimamente atento. Todas estas cosas nos sirven de argumento para alabarlas o denostarlas: algunas los usan de forma imaginativa y sorprendente, otras previsible y aburrida, otras ni una cosa ni otra porque no se sabe por dónde cogerlas... El grado de comunicabilidad tiene mucho que ver con nuestra impresión final de una película, pero también con la posibilidad de utilizar esos mismos elementos para establecer comparaciones. Esto no significa que la forma cinematográfica sea la única medida de calidad de un filme, simplemente que podemos trascender nuestras preferencias (personales e irrenunciables) para ampliar el placer de nuestra experiencia cinematográfica.


(continuará)





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lunes, 24 de febrero de 2014

Los consagrados se divierten (Monuments men)

Normalmente la cosa va de actores con una carrera artística prácticamente cerrada pero con numerosos fans todavía dispuestos a ver sus películas. Se suelen reunir en torno a guiones cómodos, que no les exijan grandes dosis de técnica interpretativa, rodados cerca de casa (que les dé tiempo a regresar para tomar la medicina) y por descontado no falta la consabida actriz jovencita y de buen ver para demostrar que la masculinidad de los protagonistas sigue en forma. Lo hicieron Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, Donald Shuterland y James Garner en Space cowboys (2000) y también los testosterónicos del mamporro de los ochenta y noventa --Lundgren, Rourke, Schwarzeneger, Stallone y Willis, a los que se unieron en la segunda entrega Norris y van Damme entre otros-- en lo que amenaza con convertirse en otra saga de la nostalgia: Los mercenarios (2010, 2012 y 2014).

Lo curioso es que estos títulos mediocres reúnen un elenco de actores de primer orden que los haría atractivos si se hubiera conseguido reunirlos en pleno apogeo de su fama y de su profesión. Pero eso es lo malo: que aceptan trabajar juntos cuando son una sombra de lo que fueron. En el caso de Monuments men (2014) no se trata ni mucho menos de actores en declive (excepto, por edad, Bill Murray o John Goodman), sino de primeras figuras que tienen todavía un largo recorrido filmográfico. A pesar de ser un grupo de amigos que ha decidido rodar una película juntos y pasarlo bien unas semanas, el resultado no supera el nivel de mediocridad de cualquier película de viejas glorias: previsibilidad, comodidad argumental, recurso a determinados principios de progreso del pasado o a aspectos tan conocidos que hace tiempo se dan por sabidos.



Poco o nada hay en Monuments men que no hayamos visto ya, excepto la anécdota menor que centra el argumento: los intentos de un comando de expertos por salvar lo más valioso del arte europeo mientras los nazis se baten en retirada llevándose lo que pueden y destruyendo todo lo que no se pueden llevar. Adaptación del libro de Robert M. Edsel supone la tercera incursión de Clooney como guionista, a quien sin duda atrajo la idea de hacer una película en la (cinematográficamente) maniquea Segunda Guerra Mundial y documentar de forma pedagógica algunos episodios poco conocidos de las últimas semanas del conflicto.

Personajes planos, conflictos dramáticos que se ven venir a quilómetros, suspense que apenas a hace sombra al buerrollismo que preside la historia... y una milimetrada reflexión sobre la utilidad y la legitimidad de una misión que trata de salvar cuadros y esculturas en un momento de debacle y de sufrimiento humano; rescatar objetos de arte antes que a las personas. Hubiera bastado una escena en la que los protagonistas tuvieran que elegir, o se vieran envueltos a su pesar en el combate, una manera de dejar claras las prioridades y/o salir reforzados en las bondades de la tarea que se les ha encomendado. Algo así aportaría algo de profundidad y, también, un poco de debate posterior al espectador.

Pero Monuments men no pasa de ser una narración más instructiva que ficcional, hecha con el propósito cívico de reivindicar a instituciones y personas que no suelen alcanzar las portadas porque se trata de cosas relacionadas con la cultura. El hecho de que un puñado de primeros actores haya dedicado tiempo y esfuerzo a interpretarla sin duda contribuirá a ampliar su repercusión. Así funcionan las industrias culturales. Así funcionan las audiencias.





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viernes, 21 de febrero de 2014

Especial Oscars 2014: porra de blogs de cine

Para animar un poco la previa de los Oscars y, de paso, la blogosfera cinéfila, me apunto a la porra que se ha montado entre unos cuantos blogs del ramo.

Apuestas de Sesión discontinua:

Mejor película: 12 años de esclavitud
Mejor director: Steve McQueen (12 años de esclavitud)
Mejor actor principal: Bruce Dern (Nebraska)
Mejor actriz principal: Amy Adams (La gran estafa americana)
Mejor actor de reparto: Bradley Cooper (La gran estafa americana)
Mejor actriz de reparto: Lupita Nyong'o (12 años de esclavitud)
Mejor guion original: Bob Nelson (Nebraska)
Mejor guion adaptado: John Ridley (12 años de esclavitud)
Mejor película de animación: The Wind Rises
Mejor película en habla no inglesa: La gran belleza (Italia)
Mejor película documental: The act of killing
Mejor canción: Ordinary Love (Mandela: Del mito al hombre)
Mejor banda sonora: Arcade Fire y Owen Pallett (Her)
Mejor fotografía: Emmanuel Lubezki (Gravity)
Mejor montaje: Joe Walker (12 años de esclavitud)
Mejor diseño de producción: Andy Nicholson y Rosie Goodwin (Gravity)
Mejor maquillaje: El llanero solitario
Mejor diseño de vestuario: Michael O' Connor (The Invisible Woman)
Mejores efectos especiales: Gravity
Mejor sonido: El Hobbit: La desolación de Smaug
Mejor montaje de sonido: El Hobbit: La desolación de Smaug
Mejor cortometraje de ficción: Aquel no era yo (That Wasn't Me)
Mejor cortometraje de animación: Room on the Broom
Mejor cortometraje documental: Karama Has No Walls

A continuación aquí van los enlaces con las predicciones de otros blogs amigos. La suerte está echada...

Cine de Patio - @Cinedepatio
http://cinedepatio.blogspot.com.es/2013/09/especial-porra-bloggera-oscars-2014.html

La Mazmorra - @Mazmorreros
http://lamazmorrablog.wordpress.com/2014/02/28/porra-interblogs-oscars-2014-patrocinada-por-cinedepatio/

Réquiem por el cine - @Requiemxelcine
http://requiemporelcine.blogspot.com.es/2014/02/porra-oscars-2014.html

Rebobinando VHS - @oskarcsegura
http://rebobinandovhs.blogspot.com.es/2014/02/oscars-2014-porra-cinefila-de-blogs.html

¡Ahora critico yo! - @AhoraCriticoYo
http://ahoracriticoyo.blogspot.com.es/2014/01/haciendo-de-videntes-con-los-oscars_26.html

Wormhole - @gusanillodecine
http://wormholecineblog.blogspot.com.es/2014/02/la-quiniela-de-los-oscars-2014.html?m=1

Raven Heart - @RavenHeartWeb
http://comunidadravenheart.blogspot.com.es/2014/02/86-edicion-de-los-oscar-especial-porra.html

Top Friki - @Lemon_Ari
http://topfriki.blogspot.com/2014/02/porra-bloggera-oscars-2014.html

[·REC] Cien por cien CINE y TV - @cienxcienCINE
http://rec-cine.blogspot.com.es/2014/02/oscars-2014-porra.html

Sanitarium of Culture - @PacoGarrD
http://sanitariumofculture.blogspot.com.es/2014/02/especial-porra-bloguera-para-los-oscars.html

El blog Fricky - @rdelgadoa81
http://frickyblog.wordpress.com/2014/02/19/especial-porra-bloggera-oscars-2014/

2012 Una Odisea en el Cine - @OdiseaenelCine
http://odiseaenelcine.blogspot.com.es/2014/02/porrasbloggerasoscars2014.html

Ideas Liberadas - @FreedomFeliz
http://ideasliberadas.blogspot.com.es/2014/02/porra-cinefila-o-como-los-oscars-pueden.html

Mi Videoteca - @MivideotecaEs
http://www.mivideoteca.es/oscar-2014/

Calle Baker - @jeanne_duval
http://callebaker.blogspot.com.es/2014/02/especial-porra-bloggera-oscars-2014.html

La Vaca de Twister - @VacadeTwister
http://lavacadetwister.com/2014/02/20/iros-a-la-porra-bloggera-de-los-oscars-2014/

Cine, Delirios, Literatura, Cómics - @Cinefila_91
http://deliriosliteraturacomicspeliculas.wordpress.com/2014/02/20/mi-prediccion-bloggera-de-los-oscar-2014-y-justificado/

Pinceladas de Cine - @Pinceladasdcine
http://pinceladasdecine.blogspot.com.es/2014/02/nos-mojamos-con-los-oscars-porra.html

Cinéfilo Obseso - @CinefiloObseso
http://cinefiloobseso.info/prediccion-para-los-oscar-2014/

New Cinema - @NewCinema_es
http://newcinema.es/porra-newcinemaes-oscar-2014.html

De la mano del Séptimo Arte - @Delamanodel7Art
http://delamanodelseptimoarte.wordpress.com/2014/02/21/ciclo-chocolat-xxii-especial-porra-bloggera-oscar14/

AleuCINE - @Aleucine
http://aleucine.blogspot.com.es/2014/02/porra-oscars-2014.html

Sesión discontinua - @s_discontinua
http://sesiondiscontinua.blogspot.com.es/2014/02/especial-oscars-2014-porra-de-blogs-de.html

El Palomitrón - @elpalomitron
http://elpalomitron.com/oscar-2014-estas-son-nuestras-predicciones/

Cinefilia - @cinefilia4
http://luciacab.wordpress.com/2014/02/23/porra-oscars-2014/

La voz del videoclub - @vozdelvideoclub
http://lavozdelvideoclub.wordpress.com/2014/02/23/nuestra-prediccion-para-los-oscar-2014/

El blog viviente - @elblogviviente
http://elblogviviente.es/porra-bloggera-oscar-2014/

Veladas Paquetas - @Chichobrennan
http://veladaspaquetas.wordpress.com/2014/02/24/hagan-sus-apuestas-the-oscars-are-coming/

Claquetados - @Claquetados
http://claquetados.blogspot.com.es/2014/02/especial-porra-bloggera-oscars-2014.html

Filmmelier - @filmmelier
http://filmmelier.blogspot.com.es/2014/02/de-camino-la-alfombra-roja-pre-oscars.html

Cinedania - @cinedania
http://cinedani.blogspot.com.es/2014/02/especial-porra-bloguera-oscars-2014.html

Adictos al celuloide - @Cineceluloide
http://adictosalaceluloide.blogspot.com.es/2014/02/especial-porra-bloguera-oscars-2014.html

Cine & otras drogas - @cineotrasdrogas
http://www.cineyotrasdrogas.com/2014/02/especial-porra-bloggera-oscars-2014.html

Senderos del Cine - @SenderosdelCine
http://senderosdelcine.blogspot.com.es/2014/02/prediccion-oscars-2014.html

KyMvenge - @KymvengeBlog
http://kymvenge.blogspot.com.es/2014/02/cine-la-quiniela-de-los-oscars-2014.html

El blog de Iván Rúmar - @ElblogdeIvanRma
http://www.elblogdeivanrumar.com/2014/02/off-topic-quiniela-de-los-oscars-2014.html

Ganas de cine - @ganasdcine
http://ganasdecine.wordpress.com/2014/02/28/porra-oscars-2014/

Ciudadanos Kine - @CiudadanosKine
http://ciudadanoskine.blogspot.com.es/2014/03/porra-bloggera-para-los-oscars-2014.html

Ocio en pocas palabras - @ociopalabras
http://ocioenpocaspalabras.blogspot.com.es/2014/03/oscars-2014-mis-pronosticos.html

Planeta Claqueta - @PlanetaClaqueta
http://planetaclaqueta.com/2014/03/01/porra-bloguera-oscars-2014/

Cazadores de Películas - @cazadepeliculas
http://www.cazadoresdepeliculas.es/2014/03/01/nuestros-pronosticos-oscar-2014/




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viernes, 7 de febrero de 2014

¿Qué puñetas es el cine? 1. El arte: ni todo vale ni lo que vale vale todo igual

Para escribir y opinar sobre cine con fundamento antes hay que establecer algunas premisas sobre el arte en general. Nada serio: su estatuto epistemológico y otras minucias por el estilo. Las leyes de la termodinámica, concretamente la segunda, que menciona algo acerca de determinados límites de nuestra experiencia y la imposibilidad de invertir el curso de los fenómemos de la naturaleza, viene que ni pintada para este propósito. Parece extravagante, pedante o exagerado, pero es una medida preventiva que evita caer en subjetivismos indemostrables o cambiar de criterio según conviene al tono y al objetivo de la crítica, justificando todo vaivén por el sencillo método de enviar la pelota al terreno de las chorradas ontológicas sobre el arte (que si la experiencia artística, sus fines y funciones y bla, bla, bla...). Remontarse hasta las mismísimas leyes de la termodinámica sirve para no perder de vista lo que somos, cómo funcionamos y nuestros límites como seres humanos.

Aplicado a la experiencia artística, eso significa que primero es imprescindible que exista algo creado para que después se pueda experimentar; y en segundo lugar, toda reacción a la experiencia artística requiere un mínimo de información racional. Todo lo que cae fuera de este esquema no es arte desde un punto de vista social, sino mera introspección proyectada más allá de los límites del pensamiento individual capaz de provocar una reacción instintiva, completa y suficiente (positiva o negativa), pero incapaz de establecer un intercambio informativo entre creador y espectador. Es razonable y legítimo como fenómeno artístico, pero no es arte.

Está demostrado que funcionamos mejor cuando disponemos de asideros lógicos que nos orienten hacia la comprensión, así que --como no soy ni un pionero ni un visionario-- voy a echar mano de los que proporciona Jorge Wagensberg en un libro tan irrepetible como inspirador: Ideas sobre la complejidad del mundo (1985).

Igual que la termodinámica marca la dirección en que deben suceder determinados procesos físicos irreversibles, el arte se constituye alrededor de un principio básico equivalente: el de la comunicabilidad de complejidades ininteligibles. Suena pretencioso, pero es mejor preguntarse si se cumple esta sencilla premisa antes de teorizar y enredarse en intuiciones, reflexiones o especulaciones sobre la esencia del arte que no llevan a ninguna parte.

Mientras la ciencia se rige por el principio de objetivización, que produce conocimiento universal, axiomático, corroborable y falsable, el arte existe por el principio de comunicabilidad: es capaz de transmitir complejidades no necesariamente inteligibles. Establece una conexión --cada vez que se cumple-- entre un emisor/creador, que emite una idéntica complejidad, y un receptor/espectador que recibe distintas complejidades (aunque se trate del mismo receptor/espectador a lo largo del tiempo). El arte es lo opuesto al conocimiento científico: se ocupa de lo particular, elabora contenidos y mensajes acerca de los sucesos del mundo, retrata nuestra interacción con él, a veces también la introspección a que da lugar (aunque luego como espectadores le extrapolemos un enunciado universal).

Así pues, el primer enunciado que se desprende del principio de comunicabilidad es que si no hay comunicación no hay arte. Y si no hay arte no tiene sentido buscar recurrencias o sistematicidades, ni emitir enunciados sintéticos a posteriori que lo situen por encima o por debajo de nada. No se puede evaluar algo que no produce un mínimo de información que permita la comparación al receptor/espectador mediante criterios y méritos equivalentes. Es imposible hacer un diagnóstico intersubjetivo de un producto de la subjetividad humana que ha sido realizado sin intención consciente de comunicación efectiva. En el arte, la inteligibilidad también tiene su propio grado cero: se origina cuando el espectador no puede ir más allá de una mera percepción instintiva, intuitiva, irreflexiva, casual o imprevista. Es lo que sucede cuando afirmamos que una obra de arte nos gusta o nos provoca rechazo sin más, sin que sepamos o podamos oponer un argumento razonable. Si este fuera el criterio general sería imposible determinar por qué una obra es mejor que otra, y deberíamos admitir que auténticas chorradas merecen la misma consideración que otra muy meritoria. Limitarse a las reacciones de la percepción o escudarse en los gustos personales significa quedar anclado en la mera experiencia como espectador, renunciar a cualquier clase de evolución o cambio por el temor infantil a resultar ofensivo en el juicio de valor.

No toda creación expresada mediante técnicas y recursos artísticos es arte. Una teoría termodinámica del arte como ésta en la que la comunicación es la pauta deja fuera extensos fragmentos de la historia del arte. Por ejemplo, algunas de las corrientes irracionalistas de principios del siglo XX. Surrealismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, la cultura hippie son corrientes artísticas marcadas --con muy diferente eficacia e intensidad-- por el irracionalismo antimoderno, que utilizan el arte con un propósito común a pesar de su disparidad de intereses, métodos e ideas: el ataque a la sociedad burguesa industrial (el famoso épater le bourgeois de Baudelaire y compañía), dejando en segundo plano la voluntad de comunicación. Pero cuidado: la irracionalidad no siempre va de la mano de la antimodernidad. El romanticismo, sin ir más lejos, es profundamente antimoderno, pero no renuncia a la comunicación, al contrario, trata de expandirla al máximo. Eso tampoco significa que en una irracionalidad ultramoderna esté la clave para una crítica definitiva de la racionalidad. El arte, a diferencia de la evolución acumulatoria de la ciencia y de la historia, avanza mediante una singular oposición dialéctica en la que a una determinada tendencia suele suceder la reacción contraria. No creo que haya otro indicio más revelador de la naturaleza humana que éste (Juan José Sebreli: Las aventuras de la vanguardia, 2000).

Las vanguardias artísticas, en general, manifiestan una extraña nostalgia por un imaginario paraíso perdido del mundo premoderno que el capitalismo burgués ha arrasado, el cual remite irremediablemente a la ingenuidad romántica. Sin embargo, hay que admitir su innegable contribución a la delimitación --aunque sea por oposición, contraste o incoherencia-- de los límites formales y sensoriales del arte racionalista. Su legado consiste en una serie de proyectos inacabados, fallidos o imposibles que no podían existir sin aquello que detestaban con furia y que se expresaban mediante la creación artística (y no por ejemplo, a través del ensayo crítico o de la ciencia). Desde este punto de vista, las vanguardias artísticas no se pueden considerar un arte con una visión del mundo independiente, coherente y alternativa del mundo burgués que denostaban, sino una reacción provocadora, frívola e inconstante al rechazo y el ninguneo que soportaban estos artistas minoritarios.

Que la comunicabilidad sea el requisito no significa que ésta tenga que ser exclusivamente racional: hay expresiones artísticas que apelan a lo instintivo para transmitir un significado: el sentimiento, la sublimación de la belleza... Expresiones artísticas que interpelan a los mecanismos prelingüísticos del pensamiento humano, como la emoción, la intuición o lo inefable, generalmente con el propósito de conmover antes que explicar.

Y finalmente la comparación: todo aquello que se puede considerar arte desde un punto de vista termodinámico no tiene el mismo mérito, valor ni influencia. Por eso somos capaces de distinguir los clásicos de los bodrios infumables, porque nos hemos dotado (gracias a decenas de miles de artículos, libros y blogs) de herramientas y argumentos que permiten consensuar intersubjetivamente los hallazgos, las mutaciones, las influencias, las subversiones... Todo aquello que se puede considerar arte por el principio de comunicabilidad está abierto a una mínima objetivación formal, estilística o temática, basada en la información que proporciona. Por eso en el arte, igual que en la crítica y en el juicio subjetivo, no todo tiene idéntico o equiparable mérito. No tiene la misma validez la opinión de un racista que la de un demócrata. No puede merecer la misma consideración un filme de Alfred Hitchcock que otro de James Cameron: hay razones objetivas que explican la irremediable superioridad del primero, aunque sólo sea por el hecho trivialmente termodinámico de que el cineasta británico vivió antes y ha influido a quienes hicieron cine después de él.

Termimenos ya esta primera parte: si la comunicabilidad es la premisa, debe haber un sistema que nos haya permitido llegar donde estamos. Y ya metidos en el terreno cinematográfico, concluyamos que si hay información sistemática es posible que haya códigos, o al menos unos medios de expresión o unos estilos específicos, aunque sean rudimentarios.


(continuará)





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miércoles, 5 de febrero de 2014

Todos los nominados a los Oscar 2014. La quiniela de Sesión discontinua

Los Oscar 2014 llegan muy abiertos y con algunas polémicas previas. En el momento de escribir esto destacan dos: las dolorosas revelaciones de la hijastra de Woody Allen, que sin duda lastrarán las posibilidades de Blue Jasmine; y la inesperada descalificación de una de las canciones nominadas (Alone Yet Not Alone) por presunto abuso de promoción. Por lo demás, no hay una gran favorita clara: Hollywood ha vuelto a apostar por la sensiblería de David O. Russell que tan buenos resultados dio en El lado bueno de las cosas, pero también por la espectacularidad de Gravity, la seguridad de un buen drama sobre algunos principios de progreso del pasado (12 años de esclavitud), o dos títulos que podrían dar la sorpresa: Nebraska de Alexander Payne y Her de Spike Jonze, aunque esta última esté ausente de las principales categorías.

Por otro lado, destacar la presencia de la incombustible Meryl Streep, el insistente DiCaprio y la innecesaria Jennifer Lawrence; la reaparición inesperada de Julia Roberts, la posible consagración de Matthew McConaughey, la reivindicación de Christian Bale o la mayoría de edad interpretativa para Amy Adams. Y por último un detalle que no puedo dejar de mencionar (dejando aparte el premio casi cantado para U2, nunca mejor dicho): la nominación para The wind rises de Hayao Miyazaki, su anunciada despedida de la dirección. Hasta siempre maestro.

Como es habitual, para participar es necesario votar en todas las categorías, aunque no tengas ni idea, pero así es la tradición en la quiniela de este blog... ¡Suerte a todos!






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