domingo, 2 de agosto de 2020

Todas las películas están mal (1)

Están mal. Todas. Empezando, por ejemplo, por las que retratan central o tangencialmente culturas precapitalistas, las que exploran la posibilidad de alcanzar un contacto interpersonal al margen del origen cultural, legislaciones injustas, negacionistas o a la contra de los usos y costumbres. Están mal no solo por su más o menos inexacta reconstrucción del pasado, sino por las deixis ideológicas que hacen referencia --voluntariamente o no, inconscientemente o no-- al presente en el que se filmaron, y no al tiempo en el que se ambienta la historia. Incluso cuando ambos tiempos coinciden, se cuelan esos elementos que son fruto de un objetivo artístico, político o social del momento, no al servicio del relato. Son esos principios de progreso del pasado (o de un futuro al que el presente debería tender) que trata de destacar, rescatar o forzar un guión que ha sido ambientado en una época diferente de la que se ha escrito. Es algo inevitable, y se produce porque el marco de valores de referencia del equipo creativo y técnico y de los acontecimientos del filme no coinciden (o no se quiere que coincidan por motivos extracinematográficos), lo que sucede prácticamente el 99,9% de las veces.

Están mal todas las películas porque, al revisarlas pasado un tiempo, aunque superaran la prueba del retrato del pasado o de la verosimilitud del presente, siempre detectaremos algún aspecto que demuestre que ciertas premisas sicológicas, sociales, culturales, políticas o ideológicas son producto de marcos de referencia obsoletos, de puntos de vista superados respecto a la identidad, las relaciones o las acciones humanas. Siempre habrá detalles que evidencien una pérdida de vigencia: perspectiva de género sesgada, manipuladora o negacionista; marginación de minorías étnicas y/o culturales; desprecio o negación de identidades alternativas... No he acabado aún: también encontraremos importantes defectos funcionales en la definición de los personajes (mujeres sumisas, objetualizadas, villanos caracterizados por rasgos de identidad personal o cultural muy determinados, naturalización de jerarquías, estereotipos culturales, todos ellos supeditados a un relato en el que únicamente el/los protagonista(s) se muestran como personajes claros, directos, positivos y/o complejos). Ninguna película se libra ni se librará. También afirmo desde ahora que estarán mal las películas que hoy priorizan heroínas femeninas fuertes e independientes: con el tiempo habrá quien detecte que siguen recurriendo a una sensualidad que las objetualiza (aunque sea mucho más selectivamente), o que perpetúan una réplica del retrato masculino sin apenas modificaciones (heteronormativas, sin presencia de otras orientaciones), o de alguna cosa de la que todavía no nos hemos dado cuenta...

Están mal todas las películas que trataron de visibilizar a colectivos y/o minorías, aun cuando su objetivo original fuera reinvindicarlos positivamente o denunciar su discriminación. Y también está mal el montón de películas que contribuyeron a invisibilizar estas mismas situaciones, a diluir su importancia, a defender situaciones y actitudes insostenibles. Estos títulos exhiben un marco de referencia, aunque sea en detalles menores del argumento o la historia, que está superado, equivocado o es un puro disparate. Están mal definidos los personajes: basados en tópicos, dando por buena su ignorancia o la posición que ocupan en la sociedad, sirviendo de contrapunto humorístico a base de exageraciones, deformando la identidad que se les atribuye desde fuera para justificar sus acciones y servir al propósito general del relato (el negro cachondo, el gay inconsciente con mucha pluma, los asiáticos mudos y obsesivos, los clanes de ítalo-estadounidenses o de irlandeses regidos por sus propias leyes, las personas con diversidad funcional y un sentido del humor autodestructivo, las que fueron discriminadas por una enfermedad aún no diagnosticada o desconocida...). Están mal todas las que consideran el abuso, la violación, el acoso, el maltrato o la explotación sexual de menores como etapas en el acceso a unos conocimientos amatorios superiores o como elementos intrínsecos de una pasión sexual sólo al alcance de una minoría de iniciados por encima del bien y del mal. También están mal las que atribuyen a una belleza adolescente precoz y desasosegante los padecimientos que sufren quienes han sido agraciados/as con semejante premio de la lotería genética, obviando y/o minimizando el hecho de que los verdaderos responsables son los adultos incontinentes y sin escrúpulos con los que se topan.

Está mal todo el cine romántico que objetualiza a la mujer, que la representa sumisa, anclada a determinados roles, necesitada de una relación estable para ser ella misma y, por si esto no fuera bastante, funcionalmente estereotipada respecto al argumento. Están mal las que asumen que sólo nos realizamos como personas a través de una relación romántica, heterosexual, monógama y orientada a la reproducción. Están mal las que dan por universalizados o naturalizados ciertos modelos de familia, jerarquías entre géneros, grupos de edad o asignan/asumen determinadas identidades sexuales a estereotipos. Están mal las que hacen apología de la maternidad como la meta vital más importante a la que puede aspirar una mujer, pero también las que hacen una defensa orgullosa del individualismo a ultranza, cuyas infinitas opciones son la mejor expresión de una vida libremente elegida.

Todas mal, con independencia del género, la temática, los personajes, la época o el año de producción. Mal las rodadas hace diez, cinco o dos años, las estrenadas este año, y las del año que viene también; y las de dentro de dos, cinco o diez años. Así, a bote pronto, se me ocurre que El nacimiento de una nación (1915), El gabinete del Dr. Caligari (1920), Octubre (1927), Amanecer (1927), King Kong (1933), La diligencia (1939), Casablanca (1942), Breve encuentro (1945), Las minas del rey Salomón (1950), La ventana indiscreta (1954), El hombre del brazo de oro (1955), Viridiana (1961), El milagro de Ana Sullivan (1962), Mary Poppins (1964), El graduado (1967), La naranja mecánica (1971), Alicia en las ciudades (1974), Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), Saló o los 120 días de Sodoma (1975), La piel dura (1976), En busca del fuego (1981), Pauline en la playa (1983), Tras el corazón verde (1984), Una habitación con vistas (1985), El declive del imperio americano (1986), La lista de Schindler (1993), El banquete de boda (1993), Forrest Gump (1994), Sentido y sensibilidad (1995), Barrio (1998), El diario de Bridget Jones (2001), Expiación (2007), la saga James Bond, la saga Rocky, la de Star Wars, la de Indiana Jones, la del Sr. Anillos o la de Marvel están mal. Tooooooodas están o estarán mal.

¿Y entonces?

(continuará)

4 comentarios:

Unknown dijo...

El arte está por encima de todo tipo de consideraciones

Aris Bonfil dijo...

Exacto!

Sesión discontinua dijo...

Desconocido, Aris, gracias por comentar!!

joaquim dijo...

Y tambien todos los libros, obras de teatre, cuadros, esculturals... O lo estarían si els nuevos censores les diera por coger un libros O or al teatro