Hace años, en unas jornadas sobre cine etnográfico en Granada, durante mi etapa de estudiante universitario, estaba en la sala de proyección viendo documentales uno tras otro sin el menor criterio ni interés. Estaba más ocupado pensando en lo buenas que estaban algunas asistentes que habían venido de Sevilla que en lo que proyectaban en la pantalla, cuando de pronto empezó a sonar una canción de Queen que conocía perfectamente. Era un reportaje televisivo de tema remotamente antropológico, por lo que no tenían problema en utilizar canciones populares (un anatema en los círculos universitarios de iniciados al cine etnográfico). Bastaron dos acordes cercanos dentro de mi imaginario personal para arrancarme del sopor testosterónico y volver a fijar mi atención en la película. Y es que, si a un tío de mi generación le llevas a ver una película que comienza con Speak to me y Breathe del The Dark side of the moon de Pink Floyd lo tendrás, de entrada y sin esfuerzo, perfectamente alineado y atento a lo que va a ver.
Que nadie se equivoque: Café de Flore (2011) del canadiense Jean-Marc Vallée --director de la ultrapremiada C.R.A.Z.Y. (2005)-- no es un filme espeso, vanguardistamente opaco ni filosófico, sino una historia que explota con habilidad el lado más anímico y sensorial de la música. Vallée emplea la banda sonora igual que los no entendidos utilizamos cualquier género musical más o menos comercial: para provocar, prolongar y desmenuzar estados de ánimo, sin complicaciones ni cosas raras (bajones, subidones, deseo, tristeza, extrañamiento, locura...). Ese es exactamente el objetivo de la ecléctica selección de canciones y fragmentos musicales de Café de Flore.
Pero tampoco es un filme que sitúe la música en primer plano, como principal elemento narrativo, o con fines experimentales. Nada de eso: el recurso más destacable de la película es el montaje; el desorden cronológico, la habilidad del cineasta para entrecruzar dos historias que a primera vista no tienen nada en común y ofrecer una didáctica del desamor tan universal como --y aquí está, por desgracia, el único defecto-- obvia. Y por si sirve de algo a alguien: el estilo (fragmentación, aceleramiento, transiciones) recuerda mucho a Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009) del también canadiense Jaco Van Dormael, pero con un argumento más conseguido en cuanto a contenido y escenas clave. Creo que la diferencia entre ambas es que los protagonistas de Café de Flore (a destacar el trabajo de Vanessa Paradis), por fortuna, están bastante alejados de los arquetipos cinematográficos y cuidadosamente enfatizados en lo dramático. Eso sí, en ocasiones la trama se complica en exceso o va demasiado deprisa, así que para evitar estrés narrativo aconsejo leer previamente el argumento.
Todo parece encajar: los acontecimientos dosifican adecuadamente la intriga, el espectador se entretiene gracias (en parte) a la banda sonora, hace rato que ha desistido a adelantar un final, aunque intuye --por el tono de la película-- que no será banal ni se clausurará en falso o con una inverosimilitud. Por eso, cuando conocemos las razones del director para tan compleja estructura es imposible no sentirse parcialmente defraudado; quizá para llegar a esa conclusión no valía la pena tanto alambicamiento. Puedo comprender que sea así para evitar las trampas y los lugares comunes del drama sensiblero, pero es que recurre precisamente a él para cerrar la historia.
No quiero dar a entender con esto último que Café de Flore sea un filme fallido o malo, al contrario, es muy original y meritorio, solo que la escena final no está a la altura de semejante alarde técnico y argumental, excepto el último plano, que recuerda inevitablemente a El resplandor (1980) de Kubrick. En definitiva, un estuche demasiado caro para un simple consejo de sentido común: a veces es mejor apartarse y dejar que el dolor fluya y pase de largo, porque de lo contrario es imposible seguir viviendo.
Amigo, J.A. Un post magnífico, de un film que ha recibido buenas críticas. Su director Jean-Marc Vallée apuntó muy buenas maneras en su anterior trabajo; C.R.A.Z.Y (si no me traiciona la memoria se ha dejado ver por la TDT, no hace mucho) me engancho, pues le vi oficio tras la cámara. Tendrá que verla, pues, quiero ver ese final. Abrazos
ResponderEliminarPues sí JC, ahora, con esta recién comentada a revisar CRAZY, que no la tengo muy fresca. Y no mitifiques el final....
ResponderEliminarNos leemos!!!!
me gusta..
ResponderEliminar