lunes, 27 de diciembre de 2010

Cuentos morales contemporáneos (Tres colores: Blanco)

Krzysztof Kieslowski consiguió convertirse, hacia el final de su carrera, en el cineasta de referencia del cine europeo de los noventa. Afianzó su prestigio gracias a Decálogo (1989-1990) una serie para la televisión basada en los mandamientos de Moisés, algunos de cuyos episodios lograron dar el salto a la pantalla grande. El formato televisivo (breve e intenso: cincuenta minutos), su habilidad para mostrar ciertas miserias e incongruencias de nuestro mundo contemporáneo --casi siempre relacionadas con dilemas éticos-- y unos guiones sólidamente construidos, provocaron que cada nuevo filme de Kieslowski se esperara como una profundización reveladora de todos esos temas.

Su trilogía Tres colores está compuesta por tres filmes que llevan por título los colores de la bandera francesa --Azul (1993), Blanco (1994), Rojo (1994)--, cada uno relacionado con el valor que simboliza en ella: libertad, igualdad, fraternidad respectivamente. A pesar de lo aparentemente laico del proyecto, la filmografía de Kieslowski está fuertemente influenciada por el tema de Dios, de ahí que muchas de sus preocupaciones y puntos de vista resulten coincidentes. En cambio, desde la perspectiva de un espectador no tan vinculado a la cultura católica, sus historias se presentan como pequeñas fábulas urbanas, organizadas alrededor de un reparto limitado, en el que se ilustran comportamientos que revelan paradojas --generalmente pesimistas-- sobre la condición humana, dando lugar a situaciones curiosas, a menudo crueles. En este sentido, el cine de Kieslowski está bastante cerca de los cuentos morales y de las comedias proverbiales de Rohmer.



La trilogía supuso un antecedente de los beneficios comerciales de rodar películas en serie y estrenarlas en años sucesivos, fidelizando espectadores y levantando expectativas. Blanco -la segunda entrega-- no difiere mucho del estilo característico del cine de Kieslowski, aunque en el pulso narrativo varía sustancialmente respecto a la primera entrega (protagonizada por una perturbadora Juliette Binoche, que hace un pequeño cameo en la segunda) y que incluso mejora en la tercera (protagonizada por Irène Jacob, de quien quedé prendado tras su intensa, sensual y brevísima aparición en Adiós muchachos (1987), la obra maestra de Louis Malle). En cada filme predomina claramente el color que indica el título, reforzando el tono simbólico de la narración, algo que agradeció la crítica más especializada y los espectadores con tendencias hacia lo espeso.

Centrada en el tema de la igualdad, Blanco narra la historia de Karol (Zbigniew Zamachowski), un hombre que, tras arruinarse y ser cruelmente rechazado por su esposa --perturbadora Julie Delpy-- constata cómo su vida se deshace por completo. En el metro conoce a un hombre que no sólo le promete llevarlo de regreso a su Polonia natal, sino una gran cantidad de dinero a cambio de matar a un desconocido. A partir de esas dos premisas, ya de vuelta en Polonia, la vida de Karol dará un giro completamente imprevisto.



Semejante desarrollo argumental amaga con convertirse en una historia negrísima, carente de motivaciones claras y de asideros firmes para el espectador, un poco al estilo de Hay que matar a B. (1975), la mejor película de José Luis Borau. Sin embargo, Kieslowski sorprende con un primer giro dramático a base de humor (negro, por cierto). Y ya en el tercio final, mediante una segunda (y hasta una tercera) vuelta de tuerca, ofrece una lectura muy diferente de lo ya visto: en el primer caso con un acento marcadamente romántico, en el segundo tremendamente triste.

Las películas de Kieslowski influenciaron sin duda el cine europeo más serio durante la primera mitad de los noventa, convirtiendo al cineasta, casi a su pesar, en el cronista de una sociedad a la deriva en lo ético, enfrentada a la soledad en lo cotidiano y encarnada casi siempre por personajes a quienes los acontecimientos desplazan hasta los límites mismos de la conducta social, en medio de encrucijadas en las que deben decidir sobre cuestiones que les obligan a replantearse sus vidas. El espectador, por su parte, no puede evitar quedar cautivado por la habilidad del director --y su fiel guionista Krzysztof Piesiewicz-- para establecer con eficacia y originalidad los puntos de apoyo para unas historias que soportarán más adelante su diagnóstico sobre temas complejos, como la sociedad y la condición humana. Blanco es probablemente la película mejor contrapesada de la trilogía (Azul --la favorita de los cinéfilos más expertos-- me parece excesivamente fría y opaca, mientras que Rojo es quizá la más abierta y directa), quizá porque presenta un argumento más cercano a una realidad mayoritaria y por ese doble giro inesperado. Aun así debo decir --a pesar de que esta afirmación arroje sobre mí la argumentadísima ira de sus fans-- que la mirada moral de Kieslowsi acusa el paso del tiempo y su trilogía cromática no es del todo ajena a este hecho.

http://sesiondiscontinua.blogspot.com/2010/12/cuentos-morales-contemporaneos-tres.html

8 comentarios:

babel dijo...

Blanco me gustó mucho cuando la vi, pero mucho más azul, a pesar de que como dices sea más densa, aparentemente. Recuerdo especialmente la escena hacia el final de su propio entierro. Cuantos darían media fortuna por poder ver por una mirilla qué sucede después de su muerte, me refiero respecto a las personas conocidas, menos cercanas. El protagonista se lleva una gran sorpresa, al parecer.
Sobre rojo no opinaré porque parece que me tocará a mi, lo que no me importa en absoluto, pero me ahorro el adelanto. Aunque te diré que para mi Kieslovski, en algunas películas, tiene nexos muy cercanos a Polanski, igual estoy diciendo una barbaridad a primera impresión, porque no pasa la apreciación de lo subjetivo, pero siempre me ha rondado la idea por la cabeza, independientemente de si la película es de uno u otro.

Me voy unos días de vacaciones, pero quería desearte una feliz entrada en 2011, (y que pueda seguir escribiendo topicazos como este deseo en los sucesivos años como comentario en tu blog). Besos y hasta pronto ;)

Sesión discontinua dijo...

Muchas felicidades también para ti babel. No son tópicos los buenos deseos; el problema es que como los expresamos con franqueza sólo obligados por las circunstancias, nos sentimos raros.

Pues que por mi no quede: que pases unas buenas mini vacaciones y espero contar con tus agudos comentarios de experta cinéfila que me devuelven a la realidad.


Y en cuanto a Rojo, igual aun estas a tiempo de negociar con lapor.... Esperaré a ver vuestros textos para opinar con más fundamento.


Muchos besos!!!!

Javier Simpson dijo...

Muy buena entrada, sesión. Me gustan bastante las pelis que vi de este director polaco, No matarás y Azul. Analiza muy bien el comportamiento del ser humano en los conflictos que surgen a causa de la moralidad, todo descrito con sencillez y contundencia, sin apenas preciosismos que puedan descentrarte de los temas principales que toca.
No matarás la vi hace poco y no me parece que hubiera pasado mal el tiempo por ella; su estilo tiene mucha fuerza en las imágenes y es muy directo, a veces sus imágenes parecen sacadas de un documental, y eso a mí siempre me resulta interesante.
Tengo que ver ya, sí o sí, Blanco y Rojo. Un saludo y feliz año...

Sesión discontinua dijo...

javi: gracias por tu interés. Recuerdo vivamente "No matarás" y es cierto lo que dices: el tiempo no pasa por encima de ese telefilme.

Lo de contundencia y sencillez también me gusta. Describe bien el estilo Kieslowski.

Ah, he visto tu blog y que sepas que estás enlazado!!!!

Nos leemos!!!!

María Rogel (Lapor) dijo...

holaaaaaaa
bien, sin pistoletazo de salida, con liberté,leit flow..!!
Muy bien introducido.
De "Blanco" lo que más me llama la atención es que su protagonista sea masculino y el hecho de lo cerca que está, en el tono y la manera de realizarse (y no pasa en las otras, quizá más de autor) del decálogo, especialmente de "No matarás", maravillosa,todo ese retrato de la sociedad que en Rojo y Azul es una historia intimista.. Y lo que apuntas, Babel, me parece como siempre muy oportuno. Esa filmografía más oscura y cruda vaya que si tiene que ver con el tmb primer Polansky, ya lo creo. Narración sin tapujos eu ene parte podrían tener tamb los Dardenne, no creéis?
Lo que no te he entendido bien es lo de la crítica, crees que se han quedado obsoletas sus pelis.? explícame sis plaus.
Bueno, pues cuando pueda me pongo con la parte de la espesura que me toca. muac!!

Sesión discontinua dijo...

lapor: no habia pensado en el detalle del protagonista masculino; bien visto.

En cuanto a la obsolescencia, quizá fuera mi impresión al volverla a ver, pero me pareció los sentimientos que hay detrás de la historia son demasiado... no encuentro la palabra. Retorcidos? Forzados? Creo que sin la escena final el filme habría quedado mucho más redondo. El caso es que Blanco me sigue gustando, pero menos que antes....

Ahora espero con verdadera ansiedad vustras contribuciones a la trilogía. Esto promete!!!!!


Besitos mil!!!!

María Rogel (Lapor) dijo...

sólo decirte que no me olvido!!!! pero que tengo que volver a verla, asegurarme de que babel y yo no nos duplicamos y conseguir otra peli que no tengo fresca y que tiene q ver con el q va ser mi enfoque..! petons

Sesión discontinua dijo...

lapor: ya me has puesto más nervioso con lo del enfoque.... dime al menos que peli es!!!!!!