La breve filmografía de Fatih Akin hasta ahora ha alternado ficciones furiosas --Contra la pared (2004)-- con documentales de tinte sociocultural --Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul (2006)-- que beben de sus orígenes turcos. Quizás como contrapeso a tanta trascendencia, ha decidido lanzarse a la comedia con un guión que venía puliendo desde hace siete años. Se ha tomado su tiempo y, teniendo en cuenta que la comedia no es un género fácil, Akin ha conseguido salir airoso del reto.
Soul kitchen (2009) es un enredo coral con grandes dosis de humor costumbrista, muy parecido al que suele practicar el cine español, con dos diferencias fundamentales: no recurre a rostros televisivos (potencialmente más atractivos de cara a la taquilla) ni tira de tópicos (ni de personajes ni de situaciones). En cambio, igual que se hace con los champiñones, ha decidido saltear el argumento con una comicidad amable y pequeñas dosis de sentimentalismo, un ingrediente que posee un efecto positivo más que garantizado sobre la impresión final del espectador.
Zinos es el dueño de un restaurante (más bien una casa de comidas para trabajadores) que se encuentra de pronto entre una novia que se va a trabajar a China, un hermano en régimen abierto carcelario al que debe contratar para encubrir sus trapicheos, un chef que se niega a cocinar para gente que no valore su arte y un despiadado broker inmobiliario que le presiona para que venda el local. En medio de ese cuadrilátero Zinos se provoca una hernia discal, un doloroso contratiempo que habría dado para un drama, pero que Akin convierte en catalizador de algunas escenas muy divertidas, algunas de ellas ya disparatadas de por sí. Soul kitchen está narrada con un humor basado en situaciones sencillas (quizá alguna demasiado vistas) que resulta efectivo por dos motivos: 1) el guión despliega con maestría un enredo capaz de integrar todos esos gags, de manera que no parezcan forzados ni fuera de lugar; y 2) todos los personajes (protagonistas y secundarios) están perfectamente definidos mediante carácter, objetivos y reacciones (lo contrario de lo que hacen las malas comedias por falta de tiempo, ganas y/o inteligencia).
La película es un homenaje personal de Akin al mundillo en el que se movió durante su juventud: los bares de moda, el ambiente nocturno --trabajó en varios locales mientras estudiaba en la universidad--, y a ciertos barrios de Hamburgo, la ciudad en la que sigue residiendo, hoy en plena transformación urbanística. De paso, se las apaña para colar una reivindicación nostálgica de esas personas entre las que uno se encuentra a gusto. Los que no conocemos Hamburgo nos conformamos con una comedia entretenida que hace bien su trabajo.
4 comentarios:
Claro, si conociésemos de Hamburgo, a lo mejor estaríamos en condiciones de sacar mayor partido de los gags. Pero yo me divertí mucho con su humor y sus personajes, sobre todo con el cocinero terco cuando se niega a calentar el gazpacho. Y los créditos finales, con los carteles, todo un puntazo!
Un toque de aire fresco en la cartelera... hasta la próxima, un saludo ;)
babel: veo que nuestras impresiones coinciden en lo fundamental. Una película entretenida para pasar un rato agradable....
Hasta la próxima!!!!!
Me apunto tu recomendación, pues la cartelera flojea últimamente. Saludos
sabe alguien donde está ubicada en realidad la nave industrial destartalada donde transcurre la acción del restaurante en Soul Kitchen?, es un hobby que tengo localizar los sitios de filmación, y de esta nave se que es en el barrio o sector de Wilhelmsburg en Hamburgo, pero noconsigo dar con el lugar excacto (suponiendo que exista realmente, claro)
ah, por cierto la película me encantó,
salvadorfrigola@gmail.com
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