La edición 96 de los Oscar se presenta animada por polémicas varias, pero sobre todo por un buen nivel de competición: muchas y buenas películas que merecen la pena, de diversos géneros y formatos, con temas clásicos y arriesgados... Como es habitual, la Academia intenta abarcar todo el espectro con títulos, directores e intérpretes europeos, añade la sensación del año (sea de la nacionalidad que sea) y los éxitos populares que han arrasado en taquilla; la diferencia con otros años es que el cine europeo, la sensación del año y los taquillazos exhiben todos un gran nivel y habrá mucha competencia. Oppenheimer podría ser la ganadora de la noche, y el esperado reconocimiento para Nolan, un director que se ha labrado una gran reputación técnica y de rendimiento económico con una gran filmografía; mientras que, al otro lado del cuadrilátero, las nominaciones para el experimento más original y reivindicativo del feminismo --Barbie-- se han saltado dos categorías (una coincidencia tan escandalosa como reveladora): actriz protagonista y directora (es un hecho: Hollywood no traga a Greta Gerwig. Pues mira, mejor, así acrecienta su mito de cineasta de éxito y a la contra). La zona de interés, por su parte, se ha colado en cuatro categorías mayores: por la elección del tema, su eficaz tratamiento formal y el original literario en la que está basada. La contundente Sala de profesores puede ser la única que le haga sombra, o que La sociedad de la nieve de Bayona se lleve el gato al agua y se le reconozca definitivamente como uno de los directores españoles de mayor proyección internacional. La verdad es que este año el premio a película internacional es un repóker de altísimo nivel.
A quien yo tengo atragantado es a Lanthimos (de cuyo cine opino lo mismo que Isabel Coixet: se le pueden aplicar simultáneamente y sin contradicción los adjetivos de insoportable y fascinante), que en pocos años le ha sabido tomar la medida a la industria y hacerse un hueco y un prestigio que me suena más a moda que a consagración. La cosa es que Pobres criaturas ha logrado once candidaturas, y desde luego es uno de los títulos que más atrae a audiencias que no suelen decantarse por este cine iconoclasta y barroco. En cuanto a Los que se quedan de mi admirado Payne, espero y deseo que se lleve algo, especialmente Paul Giamatti, que ya se viene mereciendo un Oscar. También espero que American Fiction se haga con algún premio, así como el devastador documental 20 días en Mariúpol. Y, por supuesto, Robot dreams de Pablo Berger, que se ha colado entre los finalistas a mejor filme de animación tras haber triunfado en los premios del cine europeo, lo que significa que no es una sorpresa ni una casualidad.
Debo admitir que para esta edición me he preparado a fondo, no para acertar el máximo de categorías, como al parecer hace algun@, sino tachando de mi lista unos cuantos títulos nominados. Aunque no gane ni quede entre los mejor clasificados (de hecho, esa es mi pauta habitual), pues al menos me he llevado a la retina buenos momentos de cine. El resto, lo sabéis de sobra: comparte, vota, juega, reta, diviértete y sigue visitando este sitio del cine, en su sitio.
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