lunes, 8 de agosto de 2011

Pospitufismos (Los pitufos)

La invasión de títulos infantiles en 3D amenaza con colapsar la cartelera y la capacidad de respuesta de la audiencia: igual que los inversores metían su dinero casi a ciegas en aventuras relacionadas con la tecnología durante la burbuja de las puntocom, los productores cinematográficos están igualmente obsesionados con las enormes posibilidades de beneficio que ofrece el binomio tridimensionalidad + audiencia infantil. Las premisas y ventajas casi vienen dadas por decreto: público cautivo (padres arrastrados por sus hijos que se dejan una pasta en taquilla, palomitas y refrescos) y una novedad tecnológica que justifica por sí sola un aumento considerable del precio de la entrada. Lo que sea con tal de arrancar a las masas de sus casas. No estoy en contra del invento --aviso desde ya que pienso ir a ver la adaptación tintinesca de Spielberg El secreto del Unicornio (2011)-- pero el nivel de saturación de estrenos hace que los contenidos se repitan hasta la saciedad, llegando un punto en que no distinguimos un Pixar de un DreamWorks.



Esta vez le ha tocado el turno a los pitufos, esos entrañables duendecillos azules que el dibujante belga Peyo popularizó en cómic allá por 1958. Dibujos de línea clara, historias sin localismos claramente exportables, gusto por el detalle... Del papel saltaron a la gran pantalla en 1965, con la colaboración en el guión del propio Peyo, quien pasó a encargarse de la dirección para su segunda incursión, La flauta de los pitufos (1976). En 1981 se pasaron a la televisión de la mano de Hanna-Barbera; y más tarde a la industria discográfica con la efímera y taladrante moda de los pitufos makineros, que versionaban todo lo que se les ponía por delante. Ahora, con permiso de la evolución digital --Los pitufos (2011)-- regresan en una versión que mezcla acción real con animación digital para hacer más atractivo el reto, con el aliciente de verlos transportados a la jungla neoyorquina, enfrentados a otros usos y costumbres y a la modernidad tecnológica.

Lo más novedoso es tratamiento posmoderno del tema pitufil: desde las entradas en la Wikipedia hasta el indirecto homenaje a su creador, incluyendo las propias historias en papel. El director, Raja Gosnell, un viejo experto del género con un amplio recorrido en productos familiares --Míos, tuyos, nuestros (2005), Un chihuahua en Beverly Hills (2008) o la saga Scooby-Doo (2002, 2004)-- le ha dado un enfoque claramente desmitificador en plan Encantada (2007).

En fin, los mismos elementos en juego (superación de dificultades, malo patético dudosamente divertido, aprendizajes vitales, ritos de paso), un poco de acción y humor amable, tensión bajo control y ya tienes una tarde de cine para olvidar. Aun así, confieso que no estuve mirando el reloj mientras la veía. Ya es algo.


http://sesiondiscontinua.blogspot.com/2011/08/pospitufismos-los-pitufos.html

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