Pues claro que El irlandés (2019) es la mejor película de gánsters de Scorsese desde Uno de los nuestros (1990), lo es porque no había vuelto ha utilizar ese mismo esquema --con algunas pequeñas variaciones, es cierto-- para contar una historia como esta. La expectación levantada por la campaña de mercadotecnia de Netflix, la sensación de público privilegiado al poder verla antes en sala (un buen efecto colateral que reivindica este canal), el convencimiento de hallarnos ante un filme de un cineasta consagrado, la sensación de final de ciclo (vital y creativo) tanto para el director como para los actores protagonistas... Todo se conjura para hacer el El irlandés el estreno que productores y público esperan, y también --claro que sí-- una firme candidata a los Oscar gracias a la misma distribución combinada que Netflix se sacó de la manga para Roma (2018) y que augura una futura pauta de estreno para determinados títulos «estelares».
Poca cosa se puede añadir ya sobre el El irlandés que no suene a réquiem, a compendio de una filmografía, a exhibición de actores en lo mejor de su declive: de Niro, Pacino, Pesci y Keitel se mueven en su elemento (el de sus mejores años) en el océano de la ficción gansteril que ha cimentado la fama de Scorsese. Es evidente que el director les permite lucirse y demorarse en sus réplicas, brillar gracias a su propia técnica interpretativa en momentos estelares e indudablemente pactados. Scorsese, por su parte, tira de lo eficaz conocido, de ese estilo narrativo que él solo se ha inventado a partir de una sólida herencia clásica y grandes dosis de ingenio propio, y que se ha convertido en un modelo a aspirar/imitar cuando se trata de acción y de tensión. No falta de nada: la voz en off de un narrador omnipresente, el gran flashback que resume el auge y caída de un testigo privilegiado de un tiempo (finalizado en el momento de contarlo), breves y fugaces digresiones para presentar un personaje que aparece de pronto (un recurso que acelera la narración y que ya es, indudablemente, una seña de identidad del estilo cinematográfico contemporáneo), la ausencia total de prolegómenos y elipsis para presentar la violencia (siempre directa y fugaz, como si no hubiese tenido lugar, inundando de crueldad la pantalla durante unos segundos), la banda sonora (omnipresente en segundo plano excepto cuando el estilo directo debe tomar las riendas del relato). Todo se consume con deleite, sin respirar, dejando fluir la historia, a la velocidad de crucero a la que nos tiene acostumbrados este hombre.
En definitiva, nada que objetar a esta obra de madurez experta y sin fisuras; excepto quizá la grieta que se le abre en los últimos minutos del filme, un tanto fuera de sitio, marcada por una lentitud expositiva inhabitual, apenas aportando detalles en información relevante para una historia que hace rato que ya lo ha dicho todo. Con todo, El irlandés no es un guión ni una aproximación a un género completamente nueva, ni le da la vuelta a algo que su autor ha establecido en títulos anteriores; simplemente, Scorsese vuelve a rodar la película que sabe hacer a la perfección. Así que te doy las gracias, Martin, por esta nueva incursión en un tema y un formato que dominas como nadie y al que has aportado --como Coppola en su momento-- una marca genérica que tardará años en ser revisada. Y así, sin respirar, igual que se ve El irlandés, esta crítica se ha acabado...
2 comentarios:
bueno, entonces es verdad lo bueno que dicen de la peli... el plus de su director y ese elenco lo es todo, De Niro y Pacino juntos es demasiado...
no molesta ese rejuvenecimiento entonces? algunos lo objetaron...
se verá en cine claro, sin dudas...
JLO: no molesta en lo que respecta al rostro, la verdad sea dicha, pero también es cierto que en determinadas escenas podían haber usado un doble. Queda raro un de Niro de rostro joven moviéndose como un anciano... Un fallo grave.
Es un Scorsese de los de siempre. Disfrutarlo y a otra cosa!!!
Nos leemos!!!
Publicar un comentario