Ciao Pirla! (2013) es un ejemplo perfecto de documental híbrido, mezcla de relato personal, diario de viaje, homenaje íntimo, mosaico poliédrico e ingeniosa promoción musical. Al igual que Godard, su protagonista y co-director --Óscar D'Aniello, compositor y uno de los integrantes del grupo musical Delafé y Las Flores Azules-- necesita mostrar y mostrarse mostrando: no basta con la crónica de su ruta en bicicleta hasta el pueblo natal de su padre (recién fallecido) en Italia, también cuentan las reacciones de terceros ante lo vivido y captado por la cámara; en este caso los comentarios de Paco Loco, el productor musical de su nuevo trabajo discográfico (De ti sin mí/De mí sin ti), durante los descansos en el estudio de grabación, a algunas de las escenas que el espectador acaba de ver. El suceso y la reacción, el diálogo y el comentario, el sentimiento y la expresión. Todo cuenta, todo aporta.
El documental intercala fragmentos del pasado y del presente, invocados por Óscar, motivados por su viaje y esa extraña e incontenible sensación de balance que nos asalta cuando perdemos a nuestro padre: amigos, compañeros, familiares, ciclistas profesionales (algunos hacen parte del trayecto con Óscar), patrocinadores, encuentros fortuitos... El viaje sirve de excusa y de acicate para dejar al descubierto los sentimientos encontrados de su protagonista, desvelando detalles (algunos íntimos) que completan el retrato de un personaje público (incompleto por definición).
Y es que el filme refleja --a veces más de lo previsto-- cómo es Óscar D'Aniello: una persona introvertida con un vasto y complejo mundo interior al que, de forma imprevista, le asaltan momentos de sinceridad controlada, y este documental es una buena prueba de ello. Con todo, creemos que el montaje nos garantiza que mostraremos únicamente aquello que queremos, pero casi siempre se acaba desvelando más de lo que uno tenía previsto. En el caso de Ciao Pirla! lo que gana al espectador es la sencillez y el estilo directo del relato: Óscar en su casa justo antes de la salida, los encuentros con la familia en Italia, algunas confesiones en pleno esfuerzo sobre la bicicleta... El documental se convierte, en ocasiones, en una extensión de las letras de sus canciones.
El viaje, como en todo itinerario, aporta numerosas anécdotas, aunque el filme las selecciona cuidadosamente: el encuentro inesperado con un artesano fabricante de bicicletas, las rutinas domésticas, la búsqueda de hotel, las preguntas a los lugareños, el aburrimiento, el cansancio... Las paradas programadas sirven para reflexionar ante la cámara e introducir momentos del pasado reciente y no tan reciente... Una manera eficaz y sencilla de oxigenar un relato mínimo y de mantener el interés. Lo único que no hay son momentos robados por la cámara (enfados, imprevistos, situaciones curiosas...), pero da la sensación de que no es un detalle fortuito, sino algo cuidadosamente descartado en el montaje. Ciao Pirla! es una producción muy bien montada y mejor fotografiada, controlada al milímetro, acorde con el perfeccionismo de su protagonista, una impresión que pude corroborar personalmente en un brevísimo intercambio de palabras tras un concierto acústico en Cabrils (mi hija y yo somos rendidos fans del grupo).
Por la misma razón, los momentos intensos y significativos están perfectamente dosificados: la canción Verde (incluida en el nuevo disco), compuesta poco después de la muerte de su padre, una especie de réquiem que sirve para expresar tanto un sentimiento de pérdida como de superación y de optimismo (las personas creativas ven potenciada su inspiración en instantes así). Por descontado, el final del viaje: la llegada al lago de Como, el idílico paraje elegido para depositar las cenizas del padre, rodado con sensibilidad y la adecuada distancia sin renunciar a la composición fotográfica. Toda la escena viene a decir que los nervios previos a lo que intuimos como momentos trascendentes, a pesar de nuestra obsesión por prepararnos adecuadamente, quedan anulados por circunstancias imprevistas, que son en realidad las que intensifican emociones largamente esperadas. Aun así, el interior de Óscar no se desborda hasta el último plano de la película (parcialmente amortiguado mediante un hábil recurso de montaje), junto con Helena Miquel (ex-pareja y también miembro de Delafé y Las Flores Azules).
Ciao Pirla! es mucho más que el tributo personal de Óscar D'Aniello a su padre, también es el retrato de un creador introspectivo y observador, del músico consolidado, del universo humano y artístico que le rodea, le sostiene y le (retro)alimenta. Un documental que revela con sinceridad facetas de la personalidad que solemos mantener ocultas y que Óscar aprovecha para permitir que asomen gracias a la distancia protectora de la narración cinematográfica.
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